Estas banderas de oración deben sus orígenes tanto a la religión Bon como al dharma del budismo indio. El Budismo fue introducido en el Tíbet por Padmasambhava (800 D.C.). Anteriormente los tibetanos profesaban la religión Bon que era fundamentalmente shamanística. Ya utilizaban las banderas de cinco colores como protección pero el budismo les añadió los mantras sagrados convirtiéndolas en las actuales banderas tibetanas de oración.
Se imprimen en bloques de madera o en telas en los cinco colores tradicionales. Estos, representan las cinco familias de Buddha y los cinco elementos: azul (cielo – espacio), blanco (agua), rojo (fuego), verde (aire y viento), amarillo (tierra).
Las banderas siempre son colocadas en este orden de colores. Deben ser colgadas en lugares ventosos por lo que se las suele encontrar en espacios abiertos y en las alturas.
Al tocar las banderas, el viento es purificado y santificado por los mantras. Las oraciones son transformadas en bendiciones y esparcidas sobre los habitantes de los alrededores. Las banderas llevan la intención de Bodhisattva de orar y trabajar por el bienestar de todos los seres capaces de sentir.
Nos recuerda y nos lleva a promover la paz, la compasión, la bondad, la fuerza y la sabiduría.
El sol y la lluvia las van desgastando convirtiéndolas en tiras de colores apagados lo que recuerda que nada es permanente.
Son renovadas nuevamente cada año nuevo tibetano (fines de febrero). Este suceso representa la bienvenida del pueblo al cambio permanente y el reconocimiento de los ciclos de cada cosa dentro del universo.
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