Nativo de la parte Sur de América, principalmente Perú; el Palo Santo o “madera sagrada” (bursera graveolens).
Es un árbol mágico de extraordinarias virtudes medicinales, cuyos compuestos esenciales se encuentran en el aroma que exuda la leña una vez quemada o destilada.
Siglos atrás, chamanes Incas y curanderos de las montañas de los Andes propagaron su don purificador y protector. Utilizado en rituales Espirituales y Matrimoniales. Entre los indígenas maskoy se cree que el humo de una fogata con Palo Santo ahuyenta a malos espíritus del pueblo – la claridad con la que se manifiestan sus llamas así lo confiere.
A diferencia de otras plantas o árboles de los cuáles se extrae tradicionalmente incienso, el Palo Santo requiere únicamente de encender un pequeño trozo de madera seca para que éste libere una columna de humo que termina envolviendo la atmósfera.
A este humo aromático que libera la madera se le atribuye la capacidad de aumentar vibraciones en el cuerpo, por lo que se recomienda emplearlo al momento de iniciar una meditación y del encuentro intimo con la pareja. Tiene un gran poder para liberar tensiones relacionadas con el estrés y la depresión.
El Palo Santo es tan rico en propiedades que cada parte del árbol puede aprovecharse para distintos fines, incluidas funciones depurativas, sedantes, antisépticas, antiinflamatorias, diuréticas y anticarcinógenas. Ya en un plano metafísico, ciertos grupos lo consideran un efectivo repelente de energías negativas. *Cabe resaltar que sólo se puede disfrutar de sus beneficios ya que han transcurrido entre 4 y 10 años a partir de que su tronco muere. Generalmente los recolectores de Palo Santo reúnen sólo aquella madera que encuentran en el suelo, procedente de árboles que han muerto de forma natural. Esto le concede una especie de ánima distinta, una que nos regala todo lo absorbido por el árbol en el bosque, y que nos permite aprehender estas maravillas a través de ese delicado puente que se tiende entre él y nosotros: su sagrado aroma.